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Memorial del Ghetto de Varsovia

Cuando el Ejército alemán ocupó la capital de Polonia, en septiembre de 1939, Varsovia tenía 1.300.000 de habitantes y la segunda comunidad judía más grande del mundo, con 375.000 miembros. Desde comienzos de noviembre, los alemanes comenzaron a introducir diferentes normativas relacionadas con los judíos, como la introducción de los brazaletes con la Estrella de David. También comenzaron, gradualmente, a expropiar a la población judía de la ciudad, bloqueando sus cuentas bancarias, encarcelándolos aleatoriamente, enviándolos a campos de trabajo, confinándolos en ghettos, etc. Un Judenrat (Consejo Judío), sin ningún tipo de poder efectivo, y una fuerza de policía judía, debían poner en práctica las órdenes alemanas.

El primer intento de crear el ghetto se produjo en noviembre de 1939, pero fue frenado por el gobernador militar alemán. Sin embargo, en febrero del año siguiente se comenzaron a planificar las medidas que deberían tomarse para el establecimiento del ghetto.

En marzo de 1940 se produjo una oleada de asaltos y ataques contra judíos por parte de grupos de polacos. Los judíos eran robados en las calles sin ninguna interferencia por parte de las personas que pasaban por allí. Durante el período de la Pascua, estos ataques se transformaron en un auténtico prógrom, que continuó durante una semana, y sólo finalizaron por orden de las autoridades ocupantes.

El 12 de octubre de 1940, las autoridades alemanas de ocupación anunciaron un decreto ordenando el establecimiento de un ghetto en Varsovia. Pocos días después se publicaba un mapa que indicaba las zonas asignadas al área del ghetto. El decreto requería que todos los judíos residentes en Varsovia se trasladasen a una zona designada, que quedó completamente aislada del resto de la ciudad en noviembre, gracias a un muro de ladrillos y a una alambrada en la parte superior. La constante vigilancia del muro impedía la comunicación entre el ghetto y el resto de la ciudad.

La creación del ghetto supuso que más 113.000 polacos tuvieron que abandonar sus casas, y que 138.000 judíos debían ocupar su lugar. Aproximadamente, el 30% de la población de Varsovia fue “empaquetada” en una zona que sólo suponía el 2.4% del área de la ciudad.

Las autoridades nacionalsocialistas no utilizaron el término “ghetto” para referirse a Varsovia, sino que denominaron la zona como Jüdischer Wohnbezirk (distrito judío).

Las raciones alimenticias destinadas a los judíos del ghetto eran, aproximadamente, el 25% de las raciones para los polacos no alemanes, y suponían sólo el 8% de los valores nutricionales que los alemanes recibían con sus cupones oficiales de racionamiento. Esto supuso que las tasas de mortalidad mensuales creciesen rápidamente: en enero de 1941 eran 898 personas muertas, en abril 2.061, en junio 4.290 y en agosto 5.560. Posteriormente, las figuras mensuales fluctuaron entre los 4.000-5.000 personas, mientras el ghetto existió.

Desde enero de 1941, los judíos de las pequeñas comunidades cercanas a Varsovia fueron deportadas al ghetto. En su momento de mayor expansión, el ghetto tenía una población de más de 400.000 personas, y las condiciones de vida fueron empeorando con el tiempo. En 1941, un año antes del comienzo de las deportaciones masivas, más de 43.000 personas murieron, más del 10% de la población total del ghetto.

En el verano de 1941, aproximadamente 11.300 habitantes del ghetto fueron enviados a campos de trabajo en Varsovia, Lublin y Cracovia, donde fueron obligados a realizar trabajos forzosos, sufriendo hambre, penosas condiciones sanitarias y una cruel disciplina.

Las empresas alemanas comenzaron a aparecer en el ghetto en este mismo período, con autorizaciones garantizadas para operar en la zona de Varsovia. En un principio utilizaban los talleres judíos existentes en el ghetto para sus operaciones, pero posteriormente comenzaron a crear sus propios talleres en el ghetto.

Las organizaciones judías intentaron solventar todas las necesidades de los habitantes del ghetto, que se encontraban constantemente en lucha por sobrevivir. Entre estas organizaciones creadas hubo una que se dedicó, incluso, a recopilar un archivo sobre la existencia del ghetto y la vida cotidiana en el mismo. Sólo una parte de este archivo pudo ser recuperada después de la guerra, pero se ha demostrado como una fuente importantísima de información sobre las políticas alemanas hacia los judíos de Polonia. Estas organizaciones también se ocuparon de mantener la vida cultural, educativa y religiosa del ghetto, dentro de sus posibilidades: grupos de teatro, bibliotecas clandestinas, una orquesta, etc.

También se desarrollaron las actividades ilegales, sobre todo gracias a círculos y organizaciones políticas, nutridas especialmente por grupos de los movimientos juveniles. Hacia la primavera de 1942, las actividades ilegales alcanzaron su máxima extensión, con la publicación de su propia prensa ilegal, etc.

El 5 o 6 de agosto de 1942, tropas alemanas entraron en el ghetto para llevarse a los 192 huérfanos acogidos por Janusz Korczak en su orfanato, junto a los empleados del mismo, para ser deportatos al campo de exterminio de Treblinka. A Korczak se le había ofrecido un refugio en la "zona aria", pero lo rechazó repetidamente, señalando que sólo aceptaría si se le permitía llevarse a los niños. El día señalado, los niños, vestidos con sus mejores ropas y con su juguete o libro preferido, marcharon junto a Korkzac hacia el punto de concentración. Un testigo, Joshua Perle, describió la procesión:

"(...) había ocurrido un milagro, doscientos niños que no lloraban, doscientas almas puras condenadas a la muerte y no derramaban una lágrima. Ninguno trató de huir, ninguno trató de escapar. Tragando su dolor se aferraban a su maestro y mentor, a su padre y hermano Janusz Korczak, quien los protegería. Janusz Korczak marchaba con la frente alta, sosteniendo la mano de uno de sus niños, no llevaba sombrero, tenía una correa de cuero alrededor de la cintura y calzaba botas altas. Los doscientos niños, meticulosa y prólijamente vestidos, seguían a las enfermeras hacia el altar (...). Por todos lados, los niños estaban rodeados de alemanes, ucranianos, y en ese momento también por la policía judía quienes les lanzaban golpes y les disparaban con armas de fuego. Las mismas piedras de la calle lloraban en silencio al ver la procesión".

El ghetto fue casi completamente liquidado entre el 22 de julio y el 12 de septiembre de 1942, en lo que fue denominado la Gran Deportación. Las SS, con ayuda de la policía judía, deportaron aproximadamente a 300.000 habitantes, principalmente en dirección al campo de exterminio de Treblinka. A partir de ese momento, se produjo un profundo cambio en la situación de los judíos.

En respuesta al proceso de deportación llevado a cabo, muchas organizaciones judías se convirtieron en organizaciones de auto-defensa, aunque inicialmente todas se mantuvieron separadas. Finalmente, decidieron aliarse para luchar contra los intentos alemanes de destruir el ghetto.

La segunda oleada de deportaciones debía iniciarse en enero de 1943, pero los judíos rechazaron las órdenes de reunirse en las zonas asignadas y comenzaron a ocultarse para evitar la deportación. A pesar de todo, las fuerzas de las SS consiguieron deportar a un pequeño número de habitantes del ghetto.

Las deportaciones y otros hechos que tuvieron lugar en enero de 1943 tuvieron una influencia decisiva en los últimos meses de existencia del ghetto. El Judenrat y la policía judía perdieron cualquier tipo de control dentro del ghetto, y las organizaciones clandestinas de resistencia comenzaron a obtener un mayor apoyo por parte de la población. La red de escondrijos y de bunkers en el ghetto se fue expandiendo, y una parte sustancial de la población se implicó en la construcción de escondites y en mantener las líneas de comunicación. La preparación de esas instalaciones se convirtió en un movimiento de masas en la zona central del ghetto.

Cuando los restantes 80.000 judíos debían ser deportados, en abril de 1943, las SS tuvieron que enfrentarse a la resistencia armada preparada por los habitantes del ghetto. Durante cuatro semanas de lucha puerta a puerta, próximamente unos 20.000 judíos intentaron huir.

Muchos de los luchadores judíos se suicidaron antes de ser apresados por los alemanes, mientras que otros fueron asesinados cuando intentaban escapar. Mordechai Anielewicz, el líder de la revuelta, cayó en el número 18 de la Calle Mila, donde tenía su cuartel general.

El 16 de mayo, Stroop anunció que la Grossaktion contra los habitantes del ghetto de Varsovia había sido completada. Para marcar el momento, ordenó la destrucción de la Gran Sinagoga de Varsovia. En su informe final, Stroop señaló que de los 56.065 judíos apresados, 22.000 fueron deportados a Majdanek, 14.000-16.000 a Poniatowa, 5.000-6.000 a Trawniki y 7.000 a Treblinka. Aproximadamente 5.000-6.000 murieron durante las explosiones e incendios que acabaron con el ghetto. Stroop exageró las cifras de judíos exterminados, al mismo tiempo que reducía las bajas en sus filas a 16 muertos y 85 heridos.

Stroop propuso también la creación de un campo de concentración en Varsovia, para que sus presos fuesen utilizados para limpiar las ruinas del territorio del antiguo ghetto. Entre el 16 de mayo y el 19 de julio de 1943 se estableció el Konzentrationslager Warschau, con esta finalidad.

El alzamiento del ghetto de Varsovia fue el más grande, simbólicamente el alzamiento judío más importante, y el primer alzamiento urbano en la zona de ocupación alemana en Europa (se produjeron algunos alzamientos en diferentes campos de concentración).

Mordecai Anielewicz, líder de una de las organizaciones de lucha, se convirtió en el líder de todas las fuerzas de resistencia en el ghetto de Varsovia. En los primeros días de lucha, comandó a las fuerzas del ghetto en lucha con los alemanes, pero el tercer día de lucha, el comandante de las fuerzas de las SS Stroop comenzó a incendiar sistemáticamente el ghetto.

Las autoridades alemanas habían planeado liquidar el ghetto de Varsovia en tres días, pero los luchadores judíos se mantuvieron firmes durante más de un mes.
 

La creación del memorial


Igual que en el caso del campo de exterminio de Treblinka, el ghetto de Varsovia también fue completamente destruido. Por eso, los monumentos y memoriales marcan la localización de los antiguos sitios históricos, en un recorrido que pasa por todo el centro de la capital polaca.

El primer memorial referente a la Segunda Guerra Mundial fue construido ya en 1946, para marcar el tercer aniversario del alzamiento del ghetto de Varsovia. Se encuentra cerca de la entrada del ghetto, y marca el sitio en el que se produjo la primera confrontación armada, y se trata de un disco de piedra arenisca rojiza, con la siguiente inscripción: “A la memoria de aquellos que murieron en una lucha sin paralelos y heroica por la dignidad y la libertad de la nación alemana, por la libertad de Polonia y por la liberación de la humanidad, los judíos de Polonia”.

Este monumento se ha convertido en el símbolo de la resistencia de los judíos del ghetto, no sólo de los judíos en la posguerra, sino también para el movimiento del sindicato polaco Solidaridad, durante su lucha contra la dictadura comunista de los años 1980.

En 1948, durante los actos del quinto aniversario del alzamiento del ghetto, se dedicó el monumento del escultor Nathan Rapaport, en la “Plaza de los Héroes del Ghetto”, que muestra a uno de los líderes de la resistencia judía, Mordechai Anielewicz. El monumento fue construido con piedras originalmente destinadas a la creación de un monumento a la victoria nazi, y es el centro de un gran número de conmemoraciones cada año.

Una serie de bloques de granito llevan del memorial del alzamiento del ghetto a la Umschlagplatz, el punto donde se agrupaban a los judíos del ghetto antes de su deportación. Cada uno de los 19 bloques conmemora a un individuo o un acontecimiento relacionado con el ghetto: uno de los bloques está dedicado a Janusz Korczak, que escogió acompañar a sus alumnos al campo de exterminio; otro a Emanual Ringelblum, el historiador del ghetto, que preservó el archivo de material antes del alzamiento.

También se han conservado algunos trozos del antiguo muro que rodeaba el ghetto de Varsovia, igual que algunos de los edificios originales

El camino acaba en el memorial de la Umschlagplatz, de mármol blanco con una entrada con un semicírculo negro que asemeja una tumba. A diferencia del Monumento a los Héroes del Ghetto, la Umschlagplatz está concebida como un lugar de recogimiento y contemplación. Sobre la entrada una lápida simbólica presenta un bosque de árboles caídos, que representa la muerte de una comunidad entera (el simbolismo judío de los árboles rotos significa la muerte). Dentro del memorial, 400 nombres de pila grabados en el muro representan a las víctimas. En uno de las zonas abiertas, en la parte trasera del muro, hay un árbol encajado, que representa un símbolo de esperanza.

Cuatro placas, en polaco, yiddish, hebreo e inglés, señalan: “A lo largo de este camino de sufrimiento y muerte, más de 300.000 judíos fueron conducidos en 1942-1943 desde el ghetto de Varsovia a las cámaras de gas de los campos de exterminio nazis”.

De los miles de memoriales creados tras la guerra para conmemorar aspectos del Holocausto, el Monumento del Ghetto de Varsovia de Nathan Rapoport es, posiblemente, el más ampliamente conocido, celebrado y controvertido. Fue el primero en marcar tanto el heroísmo de la resistencia judía a los nazis como la completa aniquilación de los judíos en Varsovia.

Fusionando arte público y cultura popular, memoria histórica y consecuencias políticas, monumentos como este requieren una crítica que vaya más allá de las cuestiones meramente relacionadas con el arte. El monumento, desde su creación, ha sido revitalizado por el constante paso de figuras públicas y por las ceremonias que se llevan a cabo en su base. Con la bendición del Estado, es tanto un lugar de encuentro para veteranos de guerra polacos como para judíos; para consternación del antiguo partido comunista, la plaza en la que se encuentra fue también el lugar de protesta de Solidaridad y otros grupos disidentes.

El monumento ha sido constantemente visitado por presidentes y mandatarios, e incluso por el Papa. Todos ellos intentan memorializar algún elemento diferente, y cada uno crea diferentes significados frente al monumento, que también ha sido modificado y nacionalizado en Israel.

La forma específica de las primeras maquetas de Rapoport no es sorprendente, dada su fuente de información histórica (el Comité Judío Antifascista de Moscú), su vocación de escultor estatal de héroes soviéticos, su lugar en el PC, los comités a los que sometió su trabajo, su aprendizaje en la escuela del realismo socialista y su propia identificación judía.

Como los propios luchadores, Rapoport visualizó el alzamiento tanto desde el punto de vista de las figuras judías como desde el de las figuras proletarias, cada una incorporada con la otra.

La ironía histórica artística comienza cuando Rapoport somete su primer modelo al Comité: fue rechazado por los propios burócratas de Stalin como “demasiado estrecho de concepto, demasiado nacionalista”. Es decir, demasiado judío.

Rapoport y su familia regresaron a Varsovia a comienzos de 1946. Una vez allí, preguntó al Comité Judío de Varsovia si habían considerado la construcción de un monumento al levantamiento y destrucción del ghetto. El Comité preguntó al artista si tenía una localización en mente: para él, el único lugar posible sería el lugar mismo del alzamiento, donde hubo los primeros disparos y Anielewicz murió en su búnker. El Comité estuvo de acuerdo con el artista, pero se necesitó casi un año para conseguir los fondos necesarios.

Rapoport señaló, en referencia a su monumento, que quería hacer “un monumento claramente nacional para los judíos, no un monumento polaco. Quiero mostrar al pueblo polaco quienes éramos realmente”.

En su conmemoración, cinco años después del día que comenzó el levantamiento (19 de abril de 1948), el rabino Dreistmann abrió las ceremonias recitando la oración de recuerdo, junto a muchos de los 20.000 supervivientes, dignatarios judíos visitantes, políticos polacos y espectadores locales.

Durante años, el monumento y su plaza (no la sinagoga) ha servido como lugar de reunión tanto para visitantes religiosos judíos del extranjero como para grandes grupos de jóvenes judíos de Varsovia.

Literalmente soporta las figuras y significados que se proyectan en él; como referencia metafórica, recuerda el muro del ghetto que dividía a los judíos de Varsovia del resto de la ciudad. Este muro recuerda una gran lápida, con flores que adornan perpetuamente su base. Actualmente, el monumento está en una gran plaza, pero rodeada por grupos de edificios de apartamentos, que disminuyen su impacto monolítico inicial.

Las siete figuras de la parte occidental del monumento que se enfrentan a la plaza, son elementos clásicos, incluso mitológicos: luchando por salir de la piedra, fuera del ghetto incendiado, esas figuras heroicamente esculturadas son transformadas en esqueletos de proporciones legendarias. Conjuntamente, quieren representar “a todas las personas”, a todos los estilos de vida. Excepto por un joven caído a la derecha, las figuras están levantándose para resistir y protegerse, porque todos están vulnerablemente expuestos.

La inscripción del monumento está en hebreo, yidddish y polaco: “Al pueblo judío – Sus héroes y sus mártires”, pero para ver a los mártires debemos caminar alrededor de la base de la piedra, junto al monumento. En referencia numérica a las tribus de Israel, doce figuras representan a los judíos en el exilio. Sólo tres cascos nazis y dos bayonetas apenas visibles en el fondo, distinguen su expulsión de cualquier otra. Las miradas hacia el suelo, todos caminando resignadamente hacia su destino. Rapoport no intentó nunca representar los rostros de los nazis, refiriéndose a ellos únicamente a través de sus bayonetas y sus cascos.

El resultado es un monumento de dos lados que representa dos tipos de judíos, cada uno de ellos visto de forma separada.

Cada visitante oficial, cada turista, cada ceremonia oficial y contraceremonia disidente añade otra patina de significado al monumento y, por extensión, a los hechos conmemorados. Esta transformación de la memoria no ha sido uniforme o continua: hasta fecha reciente, el monumento del ghetto ha tenido una vida precaria a nivel local de los polacos no judíos. Esto refleja su vida dual en dos comunidades: una judía y otra polaca.

Durante la guerra y en el período de posguerra, los polacos consideraron que la rebelión judía como una inspiración para su propio levantamiento, un año más tarde. Durante años, sin embargo, han encontrado una inspiración crecientemente mezclada y contraria en el monumento del ghetto. Los polacos han considerado ese monumento como un lugar de resentimiento, no de resistencia. En la mente de muchos de los supervivientes del levantamiento polaco de 1944, el monumento del ghetto no recuerda la rebelión judía, sino la ausencia de un memorial sobre su propio alzamiento: ningún monumento recuerda que mientras 180.000 polacos morían en el levantamiento de 1944 y los alemanes arrasaban la ciudad, el Ejército Rojo acampaba al otro lado del Vístula.

El monumento de Rapoport se ha convertido en un lazo con otros memoriales existentes al martirio del pueblo judío, incluyéndolos en el paisaje simbólico de Varsovia. Ahora, el monumento se encuentra rodeado de memoriales por un sendero que lleva de uno al otro, en una visita que confiere significado a todos los elementos de la ruta, cada uno a la luz de los otros. La memoria comienza frente al “árbol del recuerdo común”, dedicado a los judíos y polacos que murieron tratando de rescatarlos. Con la memoria judía y polaca ligada, el visitante se vuelve hacia el monumento del ghetto, la siguiente fase del sendero. Desde allí continúa con hasta 19 paradas que conmemoran a diferentes héroes del ghetto. La ruta finaliza en el nuevo memorial de la Umschlagplatz, desde donde 350.000 judíos fueron deportados hacia los campos de exterminio. De este modo, el Monumento del Ghetto de Varsovia queda incorporado en el paisaje memorial nacional.

Como queda en evidencia en otros muchos memoriales y museos de Polonia sobre el período del Holocausto, la aniquilación de los judíos polacos sirve crecientemente como la figura primaria por la que los polacos recuerdan sus propios sufrimientos durante la Segunda Guerra Mundial.

La imagen del monumento se ha convertido en una forma de memorial, con una tendencia iconográfica total, cuyo valor fluctúa en cada momento y en cada lugar.

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