La Judenplatz es considerada como un lugar único del recuerdo, al reunir el monumento conmemorativo de Rachel Whiteread, las excavaciones realizadas para recuperar los restos de la sinagoga medieval y el Museo dedicado a la historia del pueblo judío, consigue convertir esta zona en un lugar conmemorativo.
Durante las últimas dos décadas se han hecho crecientes esfuerzos en la ciudad para enfrentarse a la historia de los judíos de Viena, con todos sus aspectos positivos y negativos, y para adaptarse a la herencia judía de la ciudad. Además de las instituciones judías, cuyo número se ha incrementado gracias a los esfuerzos de las autoridades vienesas, hay un gran número de museos, instituciones y memoriales que evocan la importancia de la herencia judía: el museo judío, el Mueso de la Judenplatz, el Museo de Sigmund Freíd, el Memorial contra la Guerra y el Fascismo en la Albertinaplatz, y el Memorial de la Shoah en la Judenplatz, para citar sólo algunos de los más importantes.
La Judenplatz se ha convertido en un centro de recuerdo para judíos y no judíos. Contiene un Memorial de la Shoah, localizado al lado del lugar en el que se encontraba la antigua sinagoga, que aún se puede visitar. El Memorial de la Shoah fue construido para servir como recordatorio de los crímenes del Holocausto y otros elementos de la persecución de los judíos de Austria.
Esta plaza es la zona donde se encontraba el ghetto judío en la Edad Media. En el centro de la plaza se encuentra una estatua de Ephraim Lessing, que trabajó a favor de la tolerancia hacia los judíos, durante la Ilustración. El régimen nazi destruyó la estatua en 1939, aunque fue reconstruida por el mismo escultor y reinstalada en la plaza.
El Memorial de la Shoah fue diseñado por la artista británica Rachel Whiteread, en 1996, para las víctimas de la Shoah. Se trata de un cubo masivo de cemento, de 10 x 7 metros y 4 metros de alto. Los nombres de los diferentes campos de concentración en los que más de 65.000 judíos fueron asesinados por el Nacionalsocialismo están inscritos en las placas que rodean el memorial (Auschwitz, Belzec, Bergen-Belzec, Brcko, Buchenwald, Chelmno, Dachau, Flossenbürg, Gross-Rosen, Gurs, Hartheim, Cívica, Jasenovac, Jungferhof, Kaiserwald, Kielce, Kowno, Lagow, Lodz, Lublin, Majdanek, Maly Trostinec, Mauthausen, Minsk, Mittelbau-Dora, Modliborzyce, Natzweiler, Neuengamme, Nisko, Opatow, Opole, Ravensbrück, Rejowiec, Riga, SAVAK, Sachsenhausen, Salaspils, San Sabba, Sobibor, Stutthof, Theresienstadt, Trawniki, Treblinka, Wlodawa, Zamosc). El monumento fue inaugurado el 9 de noviembre de 1999, aniversario de la Reichskristallnacht.
Desde la creación del Memorial de la Shoah y el establecimiento del museo sobre la judería medieval, la Judenplatz se ha convertido en un singular sitio de recuerdo y conmemoración. También se han llevado a cabo excavaciones sobre la antigua sinagoga medieval, que pueden visitarse a través del museo.
El Memorial está dedicado “a la memoria de los más de 65.000 judíos austriacos, que en el período de 1938 a 1945 fueron asesinados por los nacionalsocialistas” (Zum Gedenken an die mehr als 65.000 österreichischen Juden, die in der Zeit von 1938 bis 1945 von den Nationalsozialisten ermordet wurden), también en inglés y hebreo.
El monumento representa una librería que se encuentra herméticamente sellada. Los relieves del monumento asemejan una biblioteca que contenga volúmenes sin fin del mismo libro, representando el gran número de víctimas y sus historias, mientras el contenido de esos libros se mantiene desconocido. Las puertas, que sugieren la posibilidad de entrar y salir, están herméticamente cerradas, y la habitación vacía reclama la pérdida de 65.000 vidas.
El proyecto para un memorial del Holocausto por la ciudad de Viena, que debía ser erigido en la Judenplaz, en el corazón del antiguo ghetto judío. La presentación estaba programada para el 9 de noviembre de 1996 (el 58 aniversario de la Reichskristallnacht).
El proyecto de Whiteread sería virtualmente el primer memorial explícito austriaco a las víctimas judías del Holocausto (con la excepción de la notoria escultura cerca de la Albertinaplatz que mostraba a un judío fregando el pavimento), y era efectivamente el primer reconocimiento oficial de la complicidad austriaca en el genocidio. Como tal, debía poner fin a un silencio de más de 50 años en referencia a la problemática relación de Austria con su pasado nazi, y transformar los términos del discurso público en un país que, desde el final de la guerra, se había acostumbrado confortablemente a considerarse la primera víctima de Hitler.
El memorial, un austero bloque rectangular de casi 4 metros de alto y con lados de 10x7 metros, está construido con numerosas losas de cemento de color crema gris, que parece una biblioteca invertida. Sellada e inaccesible, su impenetrable puerta doble carece de bisagras y manijas. Con la excepción de la zona de la puerta, las cuatro superficies verticales del monumento parecen consistir en hileras continuas de módulos apilados, cada uno de ellos con 20 libros alineados, cada libro posicionado con su lomo vuelto hacia el interior, cada uno casi idénticos en altura y grosor, con sólo algunas variaciones sutiles en la curvatura de las páginas de los volúmenes individuales. La homogeneidad de la estructura es constante: su repetición modular interna, reminiscencia de las formas seriadas de la escultura minimalista, evoca la naturaleza abstractamente estadística de las muertes que está conmemorando, su rectangular regularidad, su consistencia material, etc., pone de relieve las rítmicas variaciones que fueron introducidas en los moldes de madera que se usaron para hacer las hileras de veinte volúmenes cada una, que fueron apiladas y alineadas en secuencias de variaciones apenas perceptibles, así como las impredecibles variaciones provocadas por los efectos del tiempo y la meteorología, a la que el poroso cemento es vulnerable.
En el contexto de la complicada relación con su propio pasado, la propuesta de Whiteread aparecía al mismo tiempo enigmático y extrañamente literal.
Después de la unánime decisión del jurado siguió una intensa controversia, animada por los hallazgos arqueológicos que aparecieron en recientes excavaciones de la sinagoga medieval que surgieron en el sitio del proyectado memorial. Muchos señalaron que las ruinas mismas ya eran suficiente memorial para el destino de los judíos austriacos. Todo ello fue intensificado por el inevitable papeleo burocrático de la ciudad, agravado por las devastadoras pérdidas electorales para los socialdemócratas (y el resurgimiento de la extrema derecha) en las elecciones municipales de 1996. Esta cascada de acontecimientos llevó a una prolongada suspensión de los trabajos de instalación.
Finalmente, en una ceremonia con una muy escasa asistencia, especialmente marcada por la ausencia de representantes nacionales clave, incluyendo a Jörg Haider, el monumento fue inaugurado en la Judenplatz, el 25 de octubre de 2000. Actualmente, la violenta historia de la polémica se mantiene casi invisible en el sitio del monumento.
El edificio de Whiteread asume una asombrosa familiaridad. Casi recatado en sus proporciones, exquisitamente coordinado con su entorno, el monumento parece sorprendentemente “en casa”. Y precisamente por esa familiaridad surge su inesperado poder para impactar.
Sólo dos signos apenas visibles aparecen en las cercanías del monumento que dan indicación de las difíciles circunstancias de su instalación. En una pared cercana, una inscripción sin firmar, datada el 29 de octubre de 1998, habla de la historia del antisemitismo cristiano en Viena, rogando por la salvación a través del perdón. En otra pared, junto al museo arqueológico, muestra una nota bilingüe, en hebreo y alemán, fechada en abril de 2001 (seis meses tras la instalación) y firmado por la comunidad judía de Austria, expresaba gratitud a los austriacos justos que habían arriesgado sus vidas para ayudar a judíos a escapar al genocidio. |
El Museo Judío de Viena
La parte central del Museo Judío de la ciudad de Viena contiene tres salas de exposiciones dedicadas al Judaísmo medieval de Viena y las excavaciones de la sinagoga medieval, que explican las condiciones de vida, religiosas, culturales y sociales de los judíos vieneses.
Durante la Edad Media, Viena fue el hogar de una floreciente comunidad judía, una de las más grandes e importantes de Europa. Rabinos famosos e influyentes enseñaban allí, y convirtieron la ciudad en un centro del conocimiento judío.
El Museo Judío de Viena contiene documentación sobre los primeros asentamientos judíos en la Edad Media, que se remontan al siglo XI, y sobre la primera gran expulsión de judíos, en 1420-1421, la denominada “Geserah de Viena” (Geserah es un término hebreo que significa la persecución de los judíos). La comunidad judía fue prácticamente aniquilada en este período. En el edificio del número 2 de la Judenplatz existe una inscripción que recuerda estos hechos; en el número 6, el cardenal católico Schönborn, estableció la colocación de una placa que recordase el papel anti-judío de la Iglesia; en abril de 2001, la comunidad judía instaló otra placa, en memoria de todos aquellos que ayudaron a los judíos durante el período nazi, en el número 8.
Los restos de la antigua sinagoga, que fue destruida durante el período de 1420-1421, fue excavada en 1995-1997, y presenta un testigo elocuente de la vida de la comunidad y de su destrucción.
En la planta baja del Museo existen terminales de ordenador que, por primera vez, permiten ver los nombres de los 65.000 judíos austriacos que fueron asesinados bajo el dominio nacionalsocialista. El banco de datos contiene el nombre, fecha de nacimiento y de fallecimiento, así como el lugar del fallecimiento, y fue compilado por el Dokumentationsarchiv des österreiches Widerstandes, con ayuda del Ministerio de Ciencia e Investigación. Representa un libro conmemorativo electrónico que, siguiendo la tradición judía, conmemora a las víctimas de la Shoah. Las terminales informáticas también ofrecen información básica sobre los hechos históricos que tuvieron lugar durante el genocidio.
En el Museo Judío de la ciudad de Viena encontramos constantemente el “recuerdo” en todos los sitios. El recuerdo es una clave de la cultura judía y caracteriza al museo, tanto en su concepción global como en los detalles. El museo es un lugar de encuentro, de comunicación y de discusión. Además de las exposiciones, se puede asistir a simposios, lecturas, debates, conciertos y muchas otras actividades. También se ofrecen regularmente programas especiales para niños. Además de la exposición permanente, el museo ofrece cada año numerosas muestras temporales sobre historia, religión y cultura judía.
Contacto
Museum Judenplatz
Judenplatz 8
A-1010 Wien
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