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Monumento 'Parque Memorial Raoul Wallenberg'

En 1944 fue creado un ghetto en Budapest, localizado junto al Museo Judío de la ciudad. Ese mismo año, más de 500.000 judíos húngaros fueron deportados, mayoritariamente al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.

Raoul Wallenberg fue uno de los grandes héroes de la Segunda Guerra Mundial, y una de las primeras víctimas de la Guerra Fría. En 1944, como diplomático sueco en Budapest, logró salvar a decenas de miles de judíos húngaros de una muerte cierta.

Después de su graduación, en 1935, Wallenberg trabajó en una empresa comercial en Haifa, donde conoció muchos de los detalles de lo que estaba sucediendo a los judíos alemanes bajo el régimen de Hitler, a través de refugiados que habían podido escapar. En 1941 entró en una firma de exportaciones basada en Estocolmo, cuyo propietario judío ya no podía viajar por la Europa Central controlada por los nazis. Desde este empleo adquirió unos conocimientos sobre la ciudad de Budapest que, tres años después, lo convertirían en el voluntario ideal para la desesperada misión de rescate iniciada por una organización norteamericana.

Determinado a intentar salvar a los judíos de Budapest, aceptó un cargo diplomático en la legación sueca, como delegado especial para cuestiones humanitarias. Llegó a Budapest en julio de 1944, con la misión del Ministerio de Asuntos Exteriores sueco, con apoyo americano, con contacto directo con Estocolmo, para utilizar sus enormes fondos (procedentes de Estados Unidos) para garantizar el asilo diplomático sueco a víctimas documentadas de la persecución.

Creó una oficina especial de la legación sueca, cerca del distrito judío, con un equipo de 400 personas, mayoritariamente judías a las que garantizaba inmunidad diplomática, y para enero de 1945, cuando los soviéticos entraron en Budapest, había proporcionado pasaportes seguros a unos 20.000 judíos, poniéndolos bajo la protección del estado sueco hasta que pudiesen emigrar a Suecia. También alojó a más de 12.000 en docenas de edificios que lucían la bandera sueca, convirtiéndolos en anexos de la legación sueca, con un estatus extra-territorial.

Para llevar este trabajo a cabo, estableció redes de espías, intimidó a oficiales del Eje, se infiltró en las organizaciones fascistas húngaras y la policía de Budapest, estableció una red de colaboradores en el mercado negro para proporcionar bienes a los oficiales nazis y consiguió protección para sus “casas judías”. Wallenberg llegó a enfrentarse directamente a Adolf Eichmann, el responsable de las deportaciones de los judíos húngaros (responsable también de, al menos, un intento de asesinato). Su forma de actuar fue seguida por algunos representantes de otros países neutrales, especialmente el cónsul suizo Karl Lutz, que proporcionó documentos para miles de judíos.

En los días finales de la guerra, cuando los soviéticos ya rodeaban la ciudad, escuadrones de fanáticos fascistas húngaros asesinaron a innumerables judíos que se habían salvado de Auschwitz, en las calles de la ciudad o en el Danubio.

Cuando la ciudad cayó en manos del Ejército Soviético, en enero de 1945, Wallenberg fue puesto en custodia por las autoridades militares, probablemente considerado un agente americano o por sus contactos con los fascistas. Esa primavera, no retornó a Suecia con el resto de los miembros de la delegación sueca, que durante seis semanas había quedado internada, tras la liberación soviética. A pesar de los requerimientos suecos, las autoridades soviéticas no respondieron sobre el paradero de Wallenberg.

En 1947, el Ministerio de Asuntos Exteriores soviético informaba que Wallenberg no se encontraba en la Unión Soviética y asumía que había muerto durante las luchas por Budapest. Hasta 1957 Moscú no asumió la responsabilidad de la desaparición de Wallenberg y expresó sus disculpas: el Ministerio informó al embajador sueco que Wallenberg había muerto de un ataque al corazón, en 1947, en prisión y había sido incinerado. Pero numerosos informes señalaban que el preso era constantemente trasladado de un lugar a otro y que estuvo vivo, al menos, hasta 1981.

A finales de los años 1970, un movimiento internacional que incluía a muchos de los que él había salvado, organizó una campaña para su liberación. En octubre de 1981 fue nombrado ciudadano honorífico de los Estados Unidos. Gracias a los esfuerzos de muchos supervivientes del Holocausto se colocó un busto honrando a Wallenberg en la Rotonda del Capitolio, en 1995; en 1996 el servicio postal norteamericano creó un sello especial conmemorativo, que implicaba que Wallenberg estaba muerto.

El presidente ruso Boris Yeltsin creó una comisión especial en 1991 para esclarecer el misterio Wallenberg, aunque no tuvo mucho éxito en su cometido, y siguió sin aclararse la suerte del desaparecido, aunque informó que había muerto ejecutado. En 2001, un informe sueco señalaba que no había ninguna prueba fiable de lo que había pasado con Raoul Wallenberg.
 
La creación del memorial

Raoul Wallenberg ha sido honrado con calles y monumentos con su nombre por todo el mundo, y ha sido nombrado ciudadano honorífico en Estados Unidos, Israel, Canadá y Hungría. En Estados Unidos se creó el Comité Raoul Wallenberg, para “perpetuar los ideales humanitarios y el corage no violento de Raoul Wallenberg”, y concede un premio con este propósito.

En 1986, el instituto Yad Vashem lo nombró como uno de los Justos entre las Naciones, que reconoce a los no judíos que arriesgaron sus vidas durante el Holocausto para salvar a las víctimas.

En 1985 fue creado un parque memorial, junto a los terrenos históricos del ghetto judío. En la parte trasera del parque hay una escultura metálica, con la forma de un sauce llorón en cuyas hojas están inscritos los nombres de aquellos “cuya agonía es mayor que la mía”. También hay algunos monolitos en los que están inscritos los nombres de aquellos 240 “justos”, comenzando con Raoul Wallenberg, que salvaron a las víctimas húngaras del Holocausto, como una marca para las generaciones posteriores.

Contacto

Emlékm ü ’Raoul Wallenberg Eml ékpark’
Dohany uta 2
1077 Budapest