En Mauthausen se creó una inmensa sociedad paralela, con sus clases internas, su rigurosa organización y una perfecta sistematización de la vida y la muerte cotidiana, como en e resto del sistema de campos nacionalsocialistas. Este es uno de los mejores ejemplos de la integración de los campos en la sociedad alemana de los años 1930-1940, como sucedió también con Dachau o Buchenwald.
Aunque actualmente este tema uno de los grandes símbolos de la inhumanidad del régimen nacionalsocialista, muchos historiadores consideran que, en comparación con su importancia y su significado histórico, el estudio y el conocimiento sobre la historia y la estructura del sistema concentratario nacionalsocialista aún es muy limitado. Aún está por aparecer un análisis pormenorizado, un estudio completo sobre lo que los campos de concentración nacionalsocialistas suponen en la Historia del siglo XX. En este sentido, a la hora de analizar los diferentes componentes de este sistema, debemos hacernos algunas preguntas clave, que nos servirán para plantear ese estudio:
1. Cómo se transformó el sistema de campos de concentración en el transcurso del dominio nacionalsocialista y qué funciones se desempeñaron en cada una de estas etapas.
2. Qué concepciones o intenciones estaban detrás de estas transformaciones funcionales.
3. Y, sobre todo, qué repercusiones tuvieron los cambios de función para los internados en los campos.
La respuesta a estas cuestiones nos proporcionará muchas de las claves de la evolución de los campos de concentración nacionalsocialistas, tanto en sus funciones, estructura y desarrollo como sobre su papel dentro del conjunto político y social del Tercer Reich.
Pese a que la represión y el terror, el castigo y la eliminación de personas o grupos considerados “inferiores” o “indeseables” se mantuvo de forma constante, podemos apreciar que, las transformaciones del modelo concentratario también fueron constantes. Durante toda su existencia, el sistema fue un elemento en constante evolución e introdujo unos cambios que afectaron notablemente al tamaño y poder del sistema de campos, a la composición de los grupos de detenidos, a las condiciones de detención, al papel del sistema durante la guerra, al papel de los presos como mano de obra esclava, etc. Por eso, el sistema de campos de concentración fue un organismo “vivo” que se transformó para poder adaptarse a las funciones que le fueron asignadas en cada una de estas etapas.
En sus orígenes, el sistema de campos se constituyó como un elemento más del sistema penal, aunque rápidamente quedó fuera del marco legal tradicional. Fue más tarde, durante la guerra, después de que se iniciase el exterminio sistemático de los judíos, que ese sistema evolucionó hasta adquirir lo que algunos autores han denominado unas “características industriales”
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Desde el comienzo de la guerra, la extensión de los ámbitos de persecución provocó un profundo cambio en la composición de los grupos de detenidos y del sistema de campos de concentración. Los presos alemanes pasaron a quedar reducidos a una minoría, incrementándose al mismo tiempo los criterios raciales que estructuraban la jerarquía de los presos. Desde 1941-1942, la mayoría de los detenidos procedía de los territorios de la Europa Oriental.
A partir de 1942 se desarrolló todo el sistema de campos de exterminio de los judíos europeos, transformando el resto de los campos en una reserva de mano de obra para la economía de guerra y la industria de armamentos. Por tanto, desde ese momento se desarrollaron estos dos tipos de campos, que fueron los que marcaron la fase más importante del sistema de campos de concentración nacionalsocialistas. En este sentido, exterminio y trabajo forzoso no estaban en contradicción uno con otro, porque hacían referencia a grupos de perseguidos diferentes: judíos por un lado y presos no judíos por otro.
Es difícil establecer el número total de las víctimas del crimen nacionalsocialista, en todas sus facetas: campos de concentración, de prisioneros de guerra y de exterminio, programa de eutanasia, fusilamientos masivos de los
Einsatzgruppen, muertos en los ghettos y los reasentamientos judíos, etc. Además, a la hora de contabilizar estas cifras se han de tener en cuenta todos los grupos de víctimas: judíos, prisioneros de guerra soviéticos, gitanos, Testigos de Jehová, presos políticos, homosexuales, enfermos mentales, delincuentes comunes, asociales, polacos, etc. Sin embargo, es un tema en el que los investigadores han estado ahondando desde el final del Tercer Reich, intentando encontrar una metodología que se adapte a las limitaciones de las fuentes documentales.
De esos esfuerzos surgen los cuadros de las páginas siguientes, en los que podemos apreciar algunos de los aspectos principales que hemos intentado desarrollar en el transcurso de estas páginas. Por un lado, la relación tan intensa y extrema que se desarrolló entre la industria alemana y el sistema de campos de concentración. En segundo lugar, la transformación del sistema concentratario en un “sistema de exterminio” y el papel de esos campos de concentración. Finalmente, un cuadro esquemático en el que se representa el camino que seguían los distintos detenidos hacia su internamiento en los campos de concentración.