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La fotografía como evidencia
La representación gráfica y la construcción de la memoria colectiva del Holocausto


La fotografía y la investigación histórica: uso y abuso


La interpretación de la fotografía histórica

Las fotografías han sido objeto de un escaso uso como fuente histórica en la investigación del Holocausto. Este estudio intenta arrojar luz sobre este aspecto, para indicar cómo las fotografías deberían ser interpretadas correctamente y, al hacerlo, proporcionar a los investigadores una herramienta adicional para explorar el comportamiento de los hombres “ordinarios” en el Holocausto.

Una fotografía es un objeto bidimensional, una fracción de un segundo enmarcado y congelado en el tiempo. Para ser capaces de interpretar una fotografía, debe hacer un reconocimiento del hecho fotografiado. En ocasiones, la naturaleza horrible de una imagen puede proporcionar un pensamiento racional o crítico que se pueda aplicar. Puede ser más fácil retroceder que enfrentarse a él.

Estas imágenes han sido ampliamente utilizadas para ilustrar libros, películas y exposiciones, hasta el punto de que se han convertido en un icono de la barbarie del régimen nazi. Y no hay ninguna que sea única en este sentido. Hay muchas que han servido para representar el Holocausto y que han sufrido interpretaciones contradictorias. Dónde fueron tomadas, cuándo o qué representan exactamente probablemente no se sabrá nunca, pero eso no ha evitado su uso extensivo. Se han convertido en un símbolo del Holocausto en su conjunto; las personas retratadas son tanto individuos como símbolos universales del sufrimiento. Son utilizadas como evidencias, pero por diferentes personas, siguiendo objetivos diferentes.

Cuando los nazis fueron derrotados y los ejércitos aliados los barrieron de Europa, una gran cantidad de material visual, muchas de las cuales habían sido tomadas por los nazis, fueron recogidas por los ejércitos aliados y utilizadas en exposiciones, libros y la prensa, y como evidencia en los juicios de guerra, especialmente en Nürnberg en 1945-1949. En ese momento, las imágenes fueron interpretadas como evidencia de un sufrimiento universal, no sólo de los judíos.

Durante ese período, sin embargo, en Europa, Gran Bretaña y los Estados Unidos, la actitud oficial hacia las imágenes de los campos de concentración y las atrocidades fue cambiando. Las fotografías de campos de concentración, quedaron grabadas en la imaginación del público americano y británico, aunque fueron progresivamente retiradas. El orden mundial fue cambiando y había un nuevo enemigo a considerar y nuevas imágenes que construir.

La Guerra Fría fue el comienzo y tendría un profundo efecto en cómo el exterminio del judaísmo europeo iba a recordarse, o más bien olvidarse, tanto en el Oeste como en el Este. Cada nación tenía su propia memoria de la guerra que construir, y cada una reclamaba la evidencia fotográfica para ayudar a explicar su historia.

Durante los años 1970, en el Oeste, la destrucción de los judíos europeos se convirtió en un elemento central de la historia de la Segunda Guerra Mundial. Este período, desde 1961 y el juicio y ejecución en Israel de Adolf Eichmann, hasta el presente. Desde ese momento, en Occidente e Israel, la conciencia de la destrucción de los judíos europeos, como un único evento judío durante la Segunda Guerra Mundial, comenzó a tomar forma y se convirtió en el Holocausto.

Para los años 1980, particularmente en los Estados Unidos, el número de memoriales y museos del Holocausto se incrementó dramáticamente, igual que el número de publicaciones, películas y exposiciones. Las fotografías que apenas habían sido vistas durante décadas en Occidente se convirtieron en elementos centrales de la memoria de la Segunda Guerra Mundial.

Durante la fase final de los años 1980, el colapso del comunismo tuvo una decidida influencia en la forma en la que el Holocausto se representaba. El “mal” que había preocupado al mundo occidental durante más de medio siglo ya no era percibido como un elemento relevante. Las democracias occidentales necesitaban un nuevo mal simbólico para afirmar sus valores y, así, el espectro del nazismo fue reavivado temporalmente. Un número de factores dio crédito a esto, notablemente la creciente popularidad en los Estados Unidos del Holocausto como un sujeto y la proliferante publicidad sobre él.

Para 1995, un gran número de programas de televisión, libros y exposiciones se habían producido sobre el tema del Holocausto, para el 50 aniversario de la liberación de los campos de concentración. Un diluvio de fotografías, aquellas que mostraban las atrocidades cometidas por los nazis y colaboradores, aquellas realizadas durante la liberación de los campos de concentración y aquellas hechas por los oponentes del régimen nazi, fueron colocadas para destacar la aniquilación del judaísmo europeo.

Durante los años 1990, el fenómeno de internet se convirtió en una forma crecientemente popular de diseminar la información y miles de páginas web se crearon sobre el tema del Holocausto. Las fotografías, que son usadas de forma generalizada y confusa, han sido explotadas también por los negacionistas del Holocausto.

Las fotografías no reflejan una única realidad: excluyen, incluyen, distorsionan y tergiversan. Walter Benjamin cita a Bertolt Brecht cuando afirma que representar la realidad “es complicado por el hecho de que menos que nunca la mera reflexión de la realidad no refleja nada sobre la realidad. Una fotografía de los trabajos de la Krupp o de AEG no nos dice casi nada sobre esas instituciones”. Por tanto, ¿Qué debería mostrarnos una fotografía de un ghetto?

Las fotografías secretas de Rozencwajg-Ross y Grosman de deportaciones, ahorcamientos, pobreza y sufrimiento, no difieren necesariamente de otras fotografías de los mismos sujetos tomadas por los soldados alemanes. No podemos, necesariamente, “leer” la motivación del fotógrafo o el significado de la fotografía simplemente mirándola. Willy Georg era un soldado alemán que fotografió el ghetto de Varsovia en uniforme, aunque sus imágenes son cercanas y humanas, pero no podemos saber cuál era su motivación. ¿Sentía realmente simpatía por las personas a las que fotografiaba o era un fotógrafo profesional que simplemente establecía la necesidad de animar a sus modelos a cooperar?

El amplio uso de esas y otras fotografías del Holocausto sobre-usadas ha comenzado a plantear cuestiones, no sólo sobre la forma en que son usadas, sino sobre su propiedad. Durante los 50 años de silencio en el oeste sobre las atrocidades nazis y el exterminio de los judíos, fueron consideradas de escaso valor fuera de los archivos especialistas. Los derechos y propiedad no era un tema importante. Pero la creciente demanda de fotografías para exposiciones, libros, museos y programas de televisión ha significado que algunas fotografías del Holocausto se han convertido en valiosos productos básicos.

Técnicamente, como los autores de la inmensa mayoría de esas fotografías son anónimos, las imágenes son de dominio público. Los derechos más elementales de las leyes señalan que los creadores deben ser identificados antes de que el copyright pudiese llevarse a cabo.

Son fotografías que fueron hechas por los reporteros militares alemanes, que recurrieron a la cámara no para registrar el Holocausto, sino más bien para explicarlo a sí mismos y a la posteridad. Como un medio que desde su invención ha oscilado entre la documentación objetiva y la interpretación personal, la fotografía fue ciertamente una herramienta ideal para cumplir con ambos propósitos. Para una lectura crítica de estas fotografías será esencial tener presente esta ambigüedad.

Durante abril de 1945, la historia de los campos de concentración de la Europa occidental, liberados por tropas americanas y británicas, comenzaron a desplegarse. Periódicos, revistas y cines fueron inundados con imágenes de cuerpos desnudos y la muerte en condiciones inimaginables.

Cuantos más campos eran liberados, más y más fotografías y películas se fueron preparando sobre el tema. Los fotógrafos freelance americanos y británicos recibían encargos de las revistas y periódicos americanos y europeos para enviar sus propias fotografías. Aunque los fotógrafos británicos habían registrado escenas en Bergen-Belsen fueron los fotógrafos del Ejército americano los que hicieron la mayoría de las fotografías en Buchenwald, Nordhausen, Wobbelin, Dachau y Mauthausen. En los Estados Unidos, en 1945, los laboratorios del ejército americano hicieron más de un millón de impresiones de esas fotos. Estos puntos de vista se vieron animados por la forma deshumanizada en la que aquellos liberados en los campos eran descritos a menudo en la prensa: “especímenes lamentables”, “muertos vivientes”, “esqueletos vivientes”, “esqueletos con harapos”, “restos de humanidad”. Había también confusión y falta de entendimiento sobre la nacionalidad de los prisioneros y el propósito de los campos. Apenas nadie preguntaba a los presos por sus propias historias. En ocasiones eran generalizados como “nacionalidades europeas”, como italianos, polacos o rusos y, en algunos casos, judíos.

Esta confusa representación de la masacre, sus propósitos y quién exactamente la había sufrido y había muerto a manos de los nazis, fue una consecuencia de lo poco que se sabía en aquellos momentos sobre las políticas genocidas nazis que llevaron a la “solución final” de los judíos, y sobre el terror que habían sufrido los pueblos eslavos y de la Europa oriental. Era como si el sensacionalismo de las imágenes fuese una barrera para el entendimiento, y sin este conocimiento, los números de los muertos no tenían ningún sentido. Nadie preguntaba por qué habían muerto esos millones de personas. Esta falta de comprensión tendría consecuencias de largo alcance en cómo el público entendía el Nacionalsocialismo y el Holocausto. El hecho de que la mayoría de aquellos liberados en Belsen fuesen judíos no quedó evidenciado en los informes que llegaban al público británico y americano.

Mientras los públicos británico y americano estaban viendo las imágenes de atrocidades en películas y exposiciones, en la Alemania occidental las fuerzas aliadas hicieron su deber para confrontar al público alemán con las consecuencias del nazismo. Los civiles alemanes fueron obligados a mirar fotografías y películas tomadas en los campos, o fueron obligados a visitar los campos mismos. Comunidades enteras en Alemania fueron obligadas a ver películas como “Bergen-Las atrocidades”, mientras fotógrafos del ejército británico tomaban imágenes del público antes y después de las proyecciones, en un intento de retratar la intensidad de sus remordimientos.